lunes, 4 de febrero de 2013

El Grito

por Lila Nieto

Butacas: 40

Queridos amigos, les comparto la crónica de la velada cineclubista con Marcelino Perelló, quien nos acompañó el pasado jueves 29 de noviembre de 2012 con el documental El Grito, de Leobardo López Aretche (México 1969, 102 min.).

Ante un público de aproximadamente 40 personas que incluían estudiantes de la UC, integrantes del movimiento Yo Soy 132, cinéfilos asiduos al cineclub y otros curiosos, platicamos con nuestro invitado de la noche, uno de los líderes del movimiento de 1968, el más controvertido de todos ellos, Marcelino Perelló, en aquel entonces estudiante de Física y delegado de la Facultad de Ciencias en el Consejo Nacional de Huelga (CNH). Casi lo primero que nos dice el maestro Perelló es para desmentir la idea de que hubo líderes que organizaron el movimiento, “A los líderes nos hizo la prensa, porque era una permanente puesta en cuestión durante las asambleas del CNH. Había 70 escuelas en huelga, fueron decenas de miles de jóvenes” los que participaron en este movimiento no sólo en la ciudad de México sino en todo el país, acompañados por el movimiento estudiantil que hubo en muchas ciudades del mundo, empezando por la llamada “Primavera del 68” en Praga y el “Mayo del 68” en París.

Más que un documental, El grito es "un documento". Fue un trabajo estudiantil, colectivo, hecho con pocos recursos y a escondidas, en cajuelas de coches y como se pudo. El material luego fue editado clandestinamente en las instalaciones del CUEC, bajo la protección del entonces director Manuel González Casanova, quien lo difundió luego a través de los cineclubes de la UNAM. Por lo tanto, juzgarlo como cine sería injusto, y quizás absurdo. De todos modos, en el público se comentó que "es pesado pero interesante", que "hay algunas tomas muy impresionantes", y que "podría haberse editado mejor, porque hay cosas muy repetitivas". El mismo Marcelino desprecia la "visión maniquea" del trabajo, hecho por la facción de "los concretitos", aquellos integrantes del CGH que querían propuestas concretas cuando en las asambleas "se quería pensar", recuerda. También, confesó que "Leobardo ha de estar pataleando en su ataúd", porque después de haberse peleado con él, López Aretche lo borró del documental, "borró todas las escenas en las que aparezco", dijo Perelló. Y es que Leobardo no soportó que Marcelino no estuviera la noche de la matanza, y lo llamó traidor. ¿Y por qué no estuvo esa noche Perelló? "Porque no tenía que estar", respondió con una mirada indescifrable. Sin embargo, salió exiliado en enero de 1969 a Europa, y no volvió a México hasta muchos años después.

La visión de Perelló sobre el 68 sorprende al cuestionar “el mito” que se ha generado con los años, pues lo que busca es “salir del paso de esta visión apocalíptica” de México en la década de los 60. “México no era ninguna caverna”, dice sobre mi comentario inicial ―que México era una sociedad muy controlada en aquella década―,  “como era permisivo el gobierno se pudo dar el movimiento”. Marcelino se niega a “oscurecer el gran movimiento con la matanza del 2 de octubre”, pues con ello “han logrado ahogar el movimiento en la consciencia colectiva”.

¿Y de dónde surgió este movimiento estudiantil que hizo eco en toda Europa y rebotó en México? Marcelino se remonta hasta la Segunda Guerra Mundial, en la que sucedieron dos grandes holocaustos, el de la Alemania nazi y el de las bombas atómicas. “Lo que demostraron Treblinka y Nagazaki fue que eso era posible”, dice nuestro invitado, y era tan horripilante, tan increíble ese poder de destrucción, que “la paz de posguerra fue de pasmo”, los años cincuenta fueron “una época sepia. De repente estalló el color, en la televisión, en la ropa ―la primera vez que vi a uno con los calzones rojos pensé que era puto―, y vinieron los 60, década que duró casi 15 años, desde mayo del 59 en que Perón publicó su ‘Carta al pueblo argentino’ hasta el asesinato de Allende en 1973”. Los “dos mástiles” del movimiento del 68 fueron “la solidaridad contra la guerra en Vietnam y la Revolución Cubana”; en esa década surgieron también las guerrillas en Latino América. Tuvo auge el movimiento de los cine clubes en el mundo entero, y su influencia fue tal que “llegaron a competir realmente con el cine comercial”. Fue también el boom de la literatura y la pintura latinoamericanas, y la invención de la píldora anticonceptiva. “Parecía que dios sí existiera y que, además, fuera comunista”, continúa Marcelino en tono juguetón, “la píldora permitió un estallido del erotismo y del amor, al grado que en el CNH se aseguraba que ‘camarada’ venía de ‘cama’”.

¿Pero qué pasó en la matanza de Tlatelolco, quién apretó el gatillo? Según cuenta Marcelino, el primero en caer fue “el Comandante Hernández Toledo, experto en disolver mítines”. Ante este primer disparo, “el ejército respondió" del mismo modo. Es decir, quienes comenzaron a disparar, lo hicieron “contra la gente y contra el ejército”. Después de una pausa, Marcelino explica la gravedad de esta afirmación, “En mi pueblo, esto se llama intento de golpe de Estado”. Y además, “ningún dirigente del movimiento fue herido” durante la balacera. Según explicó, había cinco fuerzas armadas aquella noche en la plaza, las primeras tres son distintos ejércitos: los “troperos” o “sardos” de la Secretaría de la Defensa; el Estado Mayor Presidencial, que originalmente se formó para la defensa del presidente, y que eran por lo tanto militares de élite, y el Batallón Olimpia, conformado por militares no uniformados. Las otras dos fuerzas eran los francotiradores que estaban apostados en varios edificios que rodean la plaza, y los llamados “guantes blancos”, que así se identificaban para evitar ser balaceados por el ejército. Si el ejército respondió al primer disparo y sufrió la primera baja, entonces ¿quiénes empezaron? ¿Quiénes eran los francotiradores? Lo más probable es que nunca lo sepamos. Pero, para complementar el mapa imposible de la noche del 68 busqué una crónica escrita por el periodista Francisco Ortiz Pinchetti, quien estuvo en la terraza del edificio Chihuahua, junto con los oradores, periodistas y dirigentes: http://romperelcercoinformativo.blogspot.mx/2008/09/nosotros-somos-del-batalln-olimpia.html. También, pueden consultar las fuentes de esta entrada, en donde encontrarán más sobre Marcelino Perelló y el tema que lo estigmatiza.

Es tan complejo el movimiento del 68 en México, sobre todo después de la matanza de Tlatelolco y de los años que han pasado, que tampoco se pudo hacer un verdadero debate. Tal vez el debate sería posible ahora, después de la plática con Marcelino, pues como él mismo señaló, "el movimiento entero parece haber quedado enfrascado en la siniestra noche del 2 de octubre", tan terrible que ensombrece todo el “canto de alegría” que fue el movimiento en su totalidad y de la cual nunca se podrá saber toda la verdad. Marcelino recuerda el movimiento con entusiasmo, y se nota su alegría cuando dice sonriendo que volvería a participar en él “con los ojos cerrados”.

¿Y qué piensa usted sobre el Yo Soy 132?, preguntó alguien desde el público. “No es un movimiento estudiantil, sino una maniobra política”, respondió Perelló. El joven brincó, protestó, "Yo pertenezco a este movimiento y a mí nadie me ha comprado, ni a la gente que yo conozco". Entonces Marcelino matizó, “No estoy diciendo que todos los integrantes estén comprados ni mucho menos, hay mucha gente salvable, pero están manipulados, el movimiento sí fue utilizado”. El público volvió a removerse en sus asientos, y el integrante del 132 expresó nuevamente su desacuerdo con la postura de Perelló, pero Marcelino volvió a retarlo cuestionando la presencia de los 132 a pocos días de la toma de posesión de Peña Nieto, “Quien debe taparme la boca es el movimiento en sí”.

¿Qué piensa usted de todo esto? Bienvenidos sus comentarios a esta entrada.

¡Grite fuerte!


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