domingo, 25 de noviembre de 2012

El callejón de los milagros

por Lila Nieto


Butacas: 21

La tarde del jueves 22 proyectamos en el cineclub otro clásico del cine mexicano contemporáneo, El callejón de los Milagros, escrita por Vicente Leñero, y dirigida por un integrante de la primera generación de cineastas profesionales de México, Jorge Fons. Lo primero que destaca quizás de esta película es la buena factura. La dirección de actores es muy buena, y por supuesto la adaptación de la novela de Naguib Mahfouz es en gran medida la razón por la cual los actores pudieron crear buenos personajes. Pero también, una de las grandes virtudes de este filme es la fotografía, de Carlos Markovich, que según comentó alguien en el público, "rompe el primer plano en muchas escenas, y la acción se centra en lo que sucede en el fondo desenfocado".

Pero además de los comentarios iniciales sobre la buena factura de este filme, alguien comentó desde el público, "Esta película me recuerda mucho a Víctor Hugo y su novela Los miserables, pero esta versión patética, carente de moraleja, me parece como 'Los miserables de los miserables', pues muestra una falta de educación tal, una ausencia de instituciones y de soluciones, que no permite generar una riqueza moral, y en esto dista mucho de parecerse a la literatura francesa y rusa del siglo XIX". Alguien más respondió, "Justamente el punto de esta película es que no hay moraleja, que no hay soluciones", a lo que el primero respondió, "Si no hay moraleja, la historia se queda en la representación, y no hay ningún modelo que seguir". Otro más dijo, "Tal vez la moraleja es que la felicidad estaba mucho más cerca de lo que pensábamos". Pero, moraleja o no, la tesis de esta película es ciertamente desoladora.

Sin embargo, la historia está contada en un tono más bien exaltado, lo cual la hace menos cruda y dramática, más digerible. "Todos los personajes menos don Ru y Güicho son blancos", continuó nuestro crítico espectador. Esto puede decirse de tantas películas mexicanas que tratan el tema de la pobreza, empezando, por ejemplo, por la grandiosa Los olvidados, de Luis Buñuel.

Como testimonio de su tiempo, muestra una ciudad de México "que ya no existe", dijo alguien más. Una ciudad en la que todavía había un regente designado por el presidente, una ciudad anterior a la administración del PRD, en la que, efectivamente, había una total ausencia de las instituciones para impartir justicia, y un centro histórico decadente, plagado de vecindades miserables. "Bueno", prosiguió otro, "sigue existiendo esa ciudad, nomás que se fueron más hacia la Merced o Tepito, un poco más lejos del centro histórico de Carlos Slim".

En lo que sí estuvimos de acuerdo todos los que asistimos a esta sesión de cineclub es en que muestra un universo de contradicciones que retrata la cultura mexicana: el macho que se hace homosexual, la virgen que se vuelve prostituta, la casera que se casa con un cleptómano, etcétera.
¿Qué piensa usted? Bienvenidos sus comentarios a esta entrada.


Los esperamos en nuestra próxima función:

Jueves 29 de noviembre 2012
19:00

EL GRITO
Documental emblemático del movimiento del 68 en México
Dir. Leobardo López Aretche
México, 1969, 110 min.
Invitado especial: Marcelino Perelló

Universidad de la Comunicación
Zacatecas 120, col. Roma


¡Griten fuerte!


1 comentario:

  1. Es una pena no haber podido acudir a la función el pasado jueves. Según lo que Lila reporta en la crónica, el debate propuso varias cuestiones interesantísimas de atender, no sólo en términos cinematográficos sino estéticos, en general. La opinión según la cual la película se queda en la representación debido a que no constituye moraleja alguna, me parece errónea. Considero en cambio que, precisamente por carecer de moraleja, la posibilidad de construir la representación se anula a sí misma y podemos atender a una presentación de fragmentos de realidad que, en su discurso fílmico, no tienen pretensión moralizante. En efecto, esta presentación es cruda y hasta cierto punto desoladora; pero el modo en que las contradicciones están tejidas, no sólo argumentativamente sino acompañadas del lenguaje propiamente cinematográfico (tal y como observaba aquel comentario del público con respecto a la dislocación del primer cuadro y la continuidad de la acción en el trasfondo), hace de la película un verdadero lente discriminatorio (no podría ser de otra manera) que realiza la experiencia de la libertad como un cruce de caminos y discursos siempre atenidos a otras instancias. Esto es lo que, según considero, se cuestiona de fondo: ¿A qué responde la libertad más radical del individuo sometido a las complejidades de una sociedad como la mexicana, si es que dicha libertad es posible?
    Saludos!

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