Butacas: 5
Registro fotográfico: Jesús Díaz

"Quiero ser como él cuando sea grande", fue el primer comentario al terminar la proyección de anoche. Porque efectivamente Lucio Urtubia es un hombre profundamente inspirador. La sensación que produce al mismo tiempo desorienta pero revela una lógica sólida, simple y llana. Estamos ante un hombre libre en un mundo de esclavos, ante un hombre rústico y a la vez sofisticado, un hombre que obedece a una ética superior y rebasa los límites impuestos por una sociedad mundial profundamente corrupta.


Pero un personaje como él quizás no se podría dar en México, comentó la moderadora. Lo matarían y borrarían todo rastro de su existencia antes de que nadie supiera de él, porque en México se borra la memoria sistemáticamente. Urtubia huyó de una dictadura pero su lucha jamás se manchó de avaricia y egoísmo sino que se mantuvo en el plano político y social siempre, y tuvo la suerte de llegar a un país cuya revolución sí triunfó e inspiró a todo el mundo, y a partir de la cual se construyó una cultura humanista. Llegó a un país en donde también existió una famosa resistencia ante la ocupación nazi. Tuvo la suerte de conocer a Quico Sabaté y otros importantes anarquistas, de toparse con un juez que se identificó con él, que entendió su lucha y decidió liberarlo, se topó con políticos que no pensaban en soluciones brutales, con abogados que tenían ideales. Tuvo la suerte de llegar al país en donde se dio un Jean-Paul Sartre, una Simone de Beauvoir, una Louise Michel. La idea de que en México no sería posible que existiera una personalidad como él -y viviera para contarlo-, da tristeza. Pero desde el público alguien hizo un comentario de rescate, "Lucio es inspirador en el sentido de que todavía hay huecos por dónde colarse, hay formas de derrocar (a nuestro corrupto sistema) sin que se den cuenta". También hay que recordar que el mismo Lucio dice que la mayoría de la gente, quién sabe por qué, no llega a dar el salto de la inconformidad pasiva a perder el respeto por la injusticia del orden establecido y las instituciones que lo resguardan. Lucio estuvo dispuesto, desde muy joven, a actuar en pos de su ideología, y tuvo tanto la suerte como la inteligencia para esquivar las dificultades e incluso voltearlas a favor de su lucha.

Entonces, ¿qué pasa en México? "Estamos viviendo una época de terror a manos del Estado, que es tremendamente represor", dijo alguien. "Pero el miedo no es tanto a que te reprendan, sino a que te aíslen. La gente se incorpora al sistema pensando que eso es lo que debe hacer, y eso es estar fichado sin haber hecho nada. Oponerse a ello es perder la sensación de pertenencia social que deriva de tener limpio tu récord, tu identidad, tus deudas, y al final esto responde a una lógica de moral cristiana", respondió otra, "Ya voy a sacar mi IFE, ya voy a ser alguien en la vida; los jóvenes pensamos eso antes de cumplir 18 años". Alguien más remató, "En las escuelas te enseñan a obedecer, y ya desde chico te amputan la posibilidad de cuestionar lo establecido".

Lucio supo jugar el juego del sistema bancario y del sistema de control de identidad y les ganó la partida, pero su actividad era completamente clandestina y completamente desinteresada. "A un amigo que trabaja en Subversiones lo amenazaron en la calle, y lo llamaron por el sobrenombre que utiliza en Facebook. Es por eso que lo ubicaron, ¡porque todo lo publica en Facebook!" De nuevo, es como ficharse uno mismo de manera voluntaria, hacerles el trabajo (cosa que estamos haciendo aquí mismo)... hay que leer de nuevo a George Orwell.
Hacia el final de la charla alguien dijo, "Era un hacker pero en papel". Y vivió para contarlo. Lucio vive en París y, cuando está en casa, deja la puerta abierta para quien quiera pasar a platicar con él. "Ir a platicar con él es una excelente idea para viajar a París."
Bienvenidos sus comentarios a esta entrada. Los esperamos el próximo jueves en el mismo lugar a la misma hora. ¡Griten fuerte!
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