por Lila Nieto
Butacas: 25
Registro fotográfico: Gabriela Nápoles
El documental fue realizado por una cineclubista de larga trayectoria, Siu Yin Zarco Luna, quien pasó los años de su primera juventud itinerando por los pueblos de México en su camioneta y cargando su equipo de proyección para ofrecer funciones de cine en todos los rincones que se encontraba a su paso. Su proyecto se llama desde entonces Cinema Otokani, que en náhuatl quiere decir caminante, y con el cual también ha visitado cárceles y escuelas. Por razones del destino y una voluntad incansable, Siu Yin se fue -con su esposo y su hijo- a vivir a un pueblo perdido en la zona de El Arenal, cerca de Pachuca, Hidalgo. El pueblo de raíces otomíes se conoce como San José Tepenené, pero oficialmente es el Ejido de Tepenené, sin el San José, que se le quedó pegado porque era el nombre de la hacienda que allí había.
Siu Yin encontró en este lugar una tierra fértil para su trabajo, para su vocación de educar y organizar. Inmediatamente instaló su cineclub en la pequeña biblioteca a la entrada del pueblo, en donde fue reuniendo a los niños de la comunidad, y a algunos padres de familia y maestros de la escuela 20 de Noviembre. Su labor culminó con este documental que descubre la historia del pueblo a través de una serie de entrevistas hechas por niños de 1º de primaria y sus visitas a los lugares emblemáticos de Tepenené. Ahora nos tocó a las cineclubistas del Distrito Federal hacer el viaje hasta allá, como Siu Yin aún suele hacer, portando el espíritu del viajero cineclubista.
Aún así, asistieron alrededor de 25 personas, varios de los cuales eran niños que también estudian en la escuela 20 de noviembre. En el documental se cuenta que antes no había una escuela ahí, y que los niños tenían que recorrer una larga distancia para acudir a estudiar. Después de la revolución, cuando la tierra se repartió como ejido, los pobladores construyeron con adobes un salón, en donde hoy está la biblioteca, y lo nombraron Casa Escuela. "Había una maestra en ese entonces", cuenta un abuelo en la pantalla, "que se levantaba muy temprano para hacer atole de arroz, atole de avena, para darles a los niños de desayunar." Cuando se abrió aquella escuelita, el terreno tenía una parcela grande donde la gente sembró fruta, "Había higos, uvas, manzanas peras..."
En este documental, cuyo propósito es esencialmente educativo, se pueden aprender muchas de las plantas medicinales de la región, el nombre de todos los cerros que circundan el pueblo -Los Frailes y Las Monjas, entre otros-, el proceso para extraer el aguamiel, palabras en otomí, la participación de los bisabuelos en la Revolución, canciones tradicionales, cómo trabajaban las parteras, los mineros, cómo se hace barbacoa de hoyo, qué comían los antepasados, cómo se vestían, cuáles eran sus juguetes, cómo hacer tabiques, cómo hacer una resortera, y muchos temas más que construyen la riqueza cultural de Tepenené, que significa "según dicen, niño de roca."Ya entrada la noche nos volvimos a nuestra ciudad. La noche nos perdonó la lluvia y el camino despejado nos trajo aprisa pero sin prisa, comentando la aventura de la tarde.
Les compartimos aquí el documental completo:
Tepenené, la historia contada por su gente
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